lunes, agosto 27, 2007

DISFRACES DE BODA


Valetín, se me dio a conocer en el buffette. El típico tío algo feo, simpático, ocurrente y gracioso, de los que transparentan sus ganas de juerga y, descarada y graciosamente atrevido con cualquier mujer que pasara a menos de 1,5 m de su campo de visión. Vamos de los que prometía hacer pasar un buen rato a toda la mesa (todos ya amigos suyos menos yo)


Comenzó el banquete (que realmente lo fue) y la tomó con Rosa, la camarera de nuestra mesa. Desplegó su arsenal de ocurrencias y generó en un momento un pitorreo y un ambiente de cachondeo espectacular, primero entre nosotros y después en todo el salón.


Pero con el pasar de los platos, el ambiente de cahondeo se fue haciendo cansino. Rosa, que le sigió el juego de maravilla empezaba a cansarse de él; sin saber como pararle los pies sin que la situación se hiciera incómoda para nadie.


Tras el sorbete de piña y varias copas de tinto, el ambiente cansino, se convirtió en aburrible y después en molesto. Primero para mi, segundo para la mesa, tercero para las mesas cercanas y al final para todo el salón incluido los novios y padrinos (pese a que supongo conocían su forma de ser)


A última hora de la noche, o más bien primera de la madrugada, cuando ya los 400 invitados habían conocido a Valentín. Entre la chica yeye y bulería, volví a verlo al otro lado de la pista de baile. Estaba en reposo, medio bailando despacio, cubata en mano, sonriendo tranquilo y hablando calmadamente con un grupo de gente. Entonces tube la clara sensación de que ése era realmente Valentín.


Felicidades, Carlos y Marisa

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