lunes, diciembre 11, 2006

TOMA CASTAÑA


Antes, cuando llegaba la Navidad, e incluso días antes de que nos pasara por encima. Todo su ambiente de buen rollito pasajero se encargaba concienzudamente de esconder por un tiempo, el egoísmo latente que todos llevamos dentro.
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Pero últimamente, el grado de agitación ha ido aumentado tanto que ni estas fechas se salvan. De hecho, parece que todo el mundo esta cabreado con todo el mundo. No, no me refiero al sistema institucional. Me refiero a la convivencia diaria, de la que todos formamos parte, en la que todos somos responsables directos e inmediatos. Convivencia diaria que no sólo es causa, a veces, de lo que nos pasa; también es consecuencia, casi siempre, de lo que hacemos, de como nos comportamos y de como reaccionamos.
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¿Por qué una madre se mosquea en una cola de espera del parque infantil de Conquistadores, …cuando sólo le están intentando decir que su hijo -adelante- un turno? ¿Por qué un taxista se exalta a la defensiva cuando el cliente tan sólo le ha dicho …con tono de simple curiosidad que esa es de las calles con más tráfico de la ciudad? ¿Por qué en el cine cualquiera se enfada si se le pide …calmadamente que guarde silencio?
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Además como nadie escucha y todos estamos a la que salta, entramos a saco en el círculo de la crispación creciente. Haber quien se irrita más y da más voces.
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(….¡Ay!) Estaría bien que todos nos calmásemos un poquito y dejáramos de estar siempre a la defensiva. Pero no sólo porque sea Navidad; también y sobre todo por el bienestar anímico, propio y de aquellos que nos acompañan. ¡No nos damos cuenta que estar de mala leche es agotador!
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Tenemos que esforzarnos para romper el círculo. Lo más demoledor cuando uno está cabreado y pierde los papeles es tener enfrente a alguien con una reacción serena y si procede, con una sonrisa sincera.