a m i g o t e s
No entiendo porque (A) me siento incomodo cuando veo que (B) se lleva bien con alguien (T) que a mi me cae mal. Es una de esas sensaciones que a veces nos brota de las entrañas por mucho que nos esforcemos por camuflarla. Es como un resquemor interior, mas o menos reprimido, que nos hace poner cara de póquer con sonrisa forzada; y trasladar la mente a aquel encontronazo que tuvimos con T mientras desconectamos de lo que B nos está contando sobre él. Los últimos días he visto esta situación varias veces seguidas.
Hace ya mucho tiempo que Objetivo Birmania nos cantaba eso de “los amigos de mis amigas son mis amigos”. Lola Baldrich ha cambiado mucho y ha llovido tanto que nos ha sobrado tiempo para hacer, deshacer y rehacer algunas amistades. Pero lo que no ha cambiado nada es la necesidad de sentirnos más queridos que T.
Se predica la amistad desapegada, pero como nos fastidia que un gilipollas sea amigo de un amigo nuestro. Y sobretodo el trabajito que nos cuesta ver que hay muchos menos gilipollas de los que creemos. Cualquiera de nosotros puede tener, un mal momento o varios, una desafortunada reacción o unas pocas, un día chungo o un año, o incluso derecho a equivocarse. Pero si lo tiene T será juzgado como gilipollas el resto de su vida.
Hace ya mucho tiempo que Objetivo Birmania nos cantaba eso de “los amigos de mis amigas son mis amigos”. Lola Baldrich ha cambiado mucho y ha llovido tanto que nos ha sobrado tiempo para hacer, deshacer y rehacer algunas amistades. Pero lo que no ha cambiado nada es la necesidad de sentirnos más queridos que T.
Se predica la amistad desapegada, pero como nos fastidia que un gilipollas sea amigo de un amigo nuestro. Y sobretodo el trabajito que nos cuesta ver que hay muchos menos gilipollas de los que creemos. Cualquiera de nosotros puede tener, un mal momento o varios, una desafortunada reacción o unas pocas, un día chungo o un año, o incluso derecho a equivocarse. Pero si lo tiene T será juzgado como gilipollas el resto de su vida.